12/4/15

Planeando la huida

Suena la música al 100% de volumen. Agarras la cremallera de la maleta, empiezas a tirar de ella como si hubieses estado mucho tiempo atrás deseando hacerlo. Abres la maleta, cubierta por una interminable capa de polvo. Como un alma que no sabe lo que quiere comienzas a echar cosas que ni tú sabías de su existencia, tales como ropa vieja, recuerdos escondidos en el tercer cajón de tu mesilla de noche, el pequeño cuadernillo rosa que lleva compartiendo tantas noches contigo y, poco a poco empiezan a querer salir y encerrarse allí para siempre el quedarse con las ganas, los sueños interrumpidos, los silencios que no debieron serlo, los deseos que nunca te atreviste a cumplir, todas las sonrisas fingidas, las noches malas, los sofocos sin razón alguna, las palabras que no pronunciaste por miedo y todas aquellas cosas que te hicieron diferente, que te hicieron ser como no eras. Pero todo eso acabará cuando cierres la maleta y te olvides de ello para siempre. Y es que la única persona capaz de conseguirlo eres tú, solo tú.